Publicado por Ricardo Criado el 31/10/2017. Categoría: General
” Estoy bailando con mi verdadero amor: con un recuerdo de ella. Una rubia sonriente entra y desea coger la flor del amor, pero no le está permitido. Y al otro lado la vemos de nuevo, vestida de negro, inquieta ante la pareja que baila, pero rechazada …expulsada de su danza ::”
Edvard Munch , Diarios literarios.
El baile de la vida, una gran pintura expresionista, o la apariencia de lo que no es. Como una representación genial de la vida humana, Edvard Munch (1863-1944), el gran pintor expresionista noruego, crearía su lienzo La Danza de la Vida. Es extraordinario todo en este cuadro, como en toda su valorada obra. Porque aquí el tema lo insinua algo el título de la pintura: el fluir de la vida en los seres que la viven… o la aman. Cuando el pintor comenzara su andadura artística, en los años de su juventud, dejaría escrito el sentido de lo que querría hacer él con su Arte: Pintaré seres vivos que respiran, sufren y aman. La gente comprenderá el carácter sagrado de mi pintura, y se quitarán ante ella el sombrero como si estuvieran en una iglesia.
Pero, en verdad, ¿qué es lo que pasa ahí, en este lienzo expresionista? Parece que nos indica el transcurrir del tiempo tanto de la vida como del amor en una danza. Pero, sin embargo, hay dos mujeres ahí que no bailan. Una de las dos es más joven, más blanca; la otra parece marchita, negra, más opaca. La vida ahora que pasa, y que pasa también, al parecer, por edades centrales no tan solitarias. ¿Pero todo lo que vemos es ahora, realmente, lo que pasa, lo que parece que pasa? ¿Podemos describir aquí de un modo claro el drama vital que lo acompaña? Porque el mar aquí no es el mar es realmente un gran lago del norte noruego boreal. Porque la luna no es la luna es el sol mortecino y permanente de una noche veraniega boreal. Lo que fundamenta la obra -al parecer- son las dos figuras femeninas solitarias, esas dos figuras de una misma persona en dos momentos temporales muy diferentes de su vida. Una, más joven, está aquí ahora más solícita con ella y con su vida, quiere así abrazar ambas cosas -a ella y la vida- muy confiada además. La otra, más ajada, la que los años han cambiado su sentido de la misma, no espera ya nada de ésta -de la vida-, y mantiene aquí sus manos ahora juntas como lo único que pueda mantener unido en una vida.
Edvard Munch
(Loten, Noruega, 1873 – Ekely, cerca de Oslo, id., 1944) Pintor y grabador noruego. La estilización de la figura, la prolongación de las líneas y, en ocasiones, el intenso dramatismo y la intensidad cromática, hicieron del estilo pictórico del noruego Edvard Munch uno de los modelos estéticos del expresionismo de las primeras décadas del siglo XX.
Sufrió muy joven la pérdida de sus seres queridos, y el espectro de la muerte, que llenó su niñez, lo acompañaría durante toda su vida, convirtiéndose en uno de los temas recurrentes en sus obras. En 1885 llevó a cabo el primero de sus numerosos viajes a París, donde conoció los movimientos pictóricos más avanzados y se sintió especialmente atraído por el arte de Paul Gaugin y Henri de Touluse-Lautrec. No tardó en crear un estilo sumamente personal, basado en acentuar la fuerza expresiva de la línea, reducir las formas a su expresión más esquemática y hacer un uso simbólico, no naturalista, del color, y de ahí su clasificación como pintor simbolista.
De 1892 a 1908 vivió en Alemania, sobre todo en Berlín, aunque hizo frecuentes viajes a Noruega y París. En Berlín presentó en 1892 una exposición que tuvo que ser retirada por el escándalo que suscitó y que dio pie a la creación de la Secesión Berlinesa. En Noruega contó pronto entre sus amistades con importantes personalidades políticas y literarias y tuvo particular afinidad con el realismo social de la creación de Henrik Ibsen, para quien realizó los escenarios y el vestuario de la obra Peer Gynt en 1896.
En 1908, Munch, después de una tormentosa relación sentimental y víctima del alcohol, sufrió una grave enfermedad nerviosa, por lo que tuvo que ser recluido en el psiquiátrico del doctor Jacobsen, en Copenhague, del que salió completamente restablecido. En 1908 volvió definitivamente a Noruega, donde recibió algunos encargos oficiales (pinturas del paraninfo de la Universidad de Oslo) y pasó sus últimos años en soledad. Munch legó a la ciudad de Oslo todas las obras que conservó hasta su muerte, acaecida en 1944.